Los humanos siempre hemos necesitado creer en algo superior a nosotros mismos que justifique nuestra existencia y así nacieron las religiones. Primero fue el politeísmo, fundamentado en la adoración de varios seres divinos o dioses que personificaban elementos naturales, actividades, placeres y sentimientos humanos. Para todo lo bueno, y también para lo malo, había una deidad. Baco para los romanos y Dionisio para griegos, los dioses del vino nos enseñaron a los mortales como cultivar la vid y producir el vino. Hermes y Mercurio son las deidades de los viajeros en cada una de esas mitologías. Y como si estos dioses se hubieran puesto de acuerdo para dar nombre a sus creaciones en el mundo terrenal, surgen el Porsche Macan y Macán, los vinos de Rioja de las Bodegas Benjamín de Rothschild & Vega Sicilia. Dos placeres con el mismo nombre que no tienen un origen divino pero sí mucha historia y respeto por la tradición, el trabajo y la innovación para evolucionar sin perder su esencia.
Una historia de pasiones
Para muchos, el automóvil es más que una pasión, algo similar a lo que ocurre con los enamorados de la enología y el placer de disfrutar de los vinos. Casi seis décadas separan el nacimiento de las dos empresas que dieron lugar a estos dos placeres con el mismo nombre diferenciado solo por una tilde, Porsche y las Bodegas Benjamin de Rothschild & Vega Sicilia.

Porsche celebró en 2023 los 75 años del lanzamiento de su primer deportivo mientras que las bodegas riojanas cumplieron en 2024 quince años del inicio de su producción, pero con todos los conocimientos de una historia familiar que se remonta a 1868, cuando la familia Rothschild adquirió la bodega Château Lafitte. Las dos empresas tienen muy clara la importancia de respetar la tradición y los valores históricos de sus respectivas marcas, pero al mismo tiempo saben que es necesario aplicar la innovación y la tecnología más avanzada para evolucionar sin perder esos valores propios.
En estos tiempos de revolución medioambiental, conjugar el máximo respeto por el entorno, mantener las tradiciones y poner todavía más alto el nivel de excelencia es un verdadero reto. Eso es lo que convierte a nuestros protagonistas en algo que va mucho más allá de la simple y generalista calificación del lujo. Se trata de excelencia en todo lo que tiene que ver con estas dos creaciones únicas, tanto en su disfrute, ya sea en la carretera o en una copa, como en todos los procesos que les dan vida. Y ahí está la clave de mantener intacta la esencia, adaptándose a las exigencias de la sociedad.
De Macan a Macán
Hace poco más de dos décadas hubiera sido impensable que un Porsche con carrocería SUV y propulsión eléctrica pudiera representar lo mejor de ese ADN que Ferdinand Porsche dio a sus deportivos. Ahí está el verdadero valor de la evolución, el saber llevar a una nueva era la esencia de algo único y adaptarlo a las exigencias de cada momento de la sociedad. Si aquel primer Porsche 356 era un auténtico deportivo con apenas 60 CV, ahora, más de 75 años después, las exigencias son otras, pero las emociones son las mismas y eso solo se consigue preservando algunas cosas que no pueden cambiar.
Con un vino ocurre algo parecido y solo manteniendo la verdadera esencia se alcanza lo realmente auténtico y único. En Macán lo han conseguido a base de utilizar material genético propio en cada una de las nuevas plantaciones o al emplear una levadura única, que ha supuesto seis años de desarrollo, para que sus vinos sigan siendo algo excepcional.
Mucho antes de que existiera la actual conciencia medioambiental, Ferry Porsche ya dijo en una ocasión: “En el planeta existen algunos materiales de forma limitada. No deberíamos utilizarlos de tal manera que acaben siendo desechados después de su uso”. Esa idea es la que ahora aplicamos en todos y cada uno de nuestros deportivos, desde su diseño hasta el final de su vida útil, pasando por el uso y disfrute de sus propietarios. El Porsche Macan, en su segunda generación, es 100 % eléctrico, un cambio radical que no ha hecho sino elevar aún más su estatus incontestable de SUV deportivo compacto más excitante del mercado.

Cambia todo salvo las emociones
Con una potencia de hasta 639 CV y una autonomía que alcanza los 590 kilómetros en recorrido combinado, el compromiso del Macan con la sostenibilidad no reside solo en el hecho de ser eléctrico y de que disfrutar de su excitante conducción no produzca emisiones.
Todos y cada uno de sus procesos de fabricación están estudiados para que el impacto de producir un Macan eléctrico sea cero, tal y como afirmaba Albrecht Reimold, miembro del Consejo de Dirección de Porsche AG como responsable de Producción y Logística. “En Leipzig, el Macan eléctrico sale de la línea de producción con una huella de carbono neutra”. Leipzig, la factoría donde se produce el Macan, funciona en su totalidad con electricidad procedente de fuentes renovables pero eso es solo parte de ese compromiso de sostenibilidad que va más allá de la producción y el uso del nuevo SUV deportivo.
Tal y como decía Ferry Porsche, emplear la menor cantidad de materias primas originales y reutilizar materiales es otro de los fundamentos de la sostenibilidad y por eso el Porsche Macan utiliza en su interior componentes elaborados con un porcentaje de materiales reciclados. Todos y cada uno de los procesos están enfocados en ese impacto cero incluso después de su larga vida útil, cuando llega el momento de reutilizar la mayor parte de sus componentes, incluida la batería.
Para hacer más sostenible la producción de un vino excepcional es preciso implementar soluciones tan dispares como efectivas, utilizando la tecnología más avanzada y recurriendo a los procesos tradicionales más artesanales. Entre las prácticas más tradicionales está el uso de estiércol de oveja de la mejor calidad para el abono de los viñedos y así evitar compuestos químicos. Otra práctica es el arado con animales de algunas de las parcelas, en lugar de hacerlo con maquinaria.
Vigilar las viñas con drones y herramientas de observación permite anticiparse a cualquier problema de salud. La energía fotovoltaica ha permitido reducir el consumo energético en un 30 % y, junto con la biomasa, cubre las necesidades energéticas de la bodega. El consumo de agua también se ha disminuido en un 12 % y la reducción de residuos ha llegado hasta el 75 %. Pero cada mínimo detalle es importante, como el uso de botellas que pesan 50 gramos menos, sin alterar la calidad del vino que contienen, lo que supone el empleo de menos vidrio y mucho menos peso y emisiones a la hora de transportar las 340.000 botellas de Macán y Macán Clásico que se produjeron en 2024.
Toda esta innovación sostenible hace posible conducir un Porsche Macan por estas tierras de la Rioja Alavesa, sin dejar la más mínima huella, sin alterar el mimo y el cuidado con el que se cultivan las viñas que dan vida al otro Macán. Seguro que en el estatus de esa mitología tanto el Porsche Macan como el vino Macán estarían en la categoría de "dioses". Al fin y al cabo era obligación de los humanos adorar a los dioses por permitirnos disfrutar de una forma casi celestial de las placenteras emociones que nos proporcionan en la tierra.
Información
Artículo publicado en el número 415 de Christophorus, la revista para clientes de Porsche.
Texto: Pedro Berrio
Fotos: Enrique Brooking
Copyright: las imágenes y el sonido aquí publicados tienen copyright de Dr. Ing. h.c. F. Porsche AG, Alemania, u otras personas. No se debe reproducir total o parcialmente sin autorización escrita de Dr. Ing. h.c. F. Porsche AG. Por favor, contacte con newsroom@porsche.com para más información.